Una futbolista golpeada, un divorcio y una guerra de rumores: lo que se sabe de la agresión en el PSG
VERSALLES, Francia — Estaba oscuro cuando Aminata Diallo atravesó el arco de hormigón del Hôtel de Police y salió a la acera. Habían pasado unas 36 horas desde que los agentes golpearon la puerta de su apartamento, despertándola y poniéndola bajo custodia.
Ya en libertad y al revisar los cientos de mensajes que se había perdido, Diallo, centrocampista del equipo de fútbol francés París Saint-Germain, se quedó atónita ante lo que vio. Su nombre, que días antes era poco conocido más allá del cerrado mundo del fútbol femenino francés, de repente era noticia en todo el mundo.
Diallo, según las noticias, era la jugadora que el mes pasado conducía el carro cuando una de sus compañeras de equipo fue sacada del asiento del copiloto por un hombre enmascarado que la agredió. Diallo, según los informes, había salido ilesa mientras su amiga y compañera de equipo Kheira Hamraoui fue golpeada con una barra de hierro. Y Diallo era la jugadora que fue interrogada como posible sospechosa de lo que la policía había sugerido como un ataque orquestado.
La historia, con sus matices de celos deportivos, sus ecos de Tonya Harding y sus vínculos con el París Saint-Germain, actual campeón de Francia y uno de los clubes de fútbol más ricos del mundo, se difundió rápidamente por todas partes.
Pero a medida que surgen detalles —sobre infidelidad conyugal; sobre las acusaciones que implican a otras integrantes del equipo; sobre los informes de llamadas telefónicas amenazantes a jugadoras en las que se desdeñaba a la víctima antes de que fuera atacada—, esa historia inicial se ha puesto patas arriba.
Y ahora nadie está seguro de qué, o a quién, creer.
Un caso en el limbo
Han pasado más de tres semanas desde que Diallo, de 26 años, salió de la comisaría de Versalles, donde fue liberada tras pasar dos días de interrogatorios y una noche en una celda minúscula y maloliente. La investigación continúa, pero la policía no parece estar más cerca de averiguar qué, o quién, estuvo detrás del ataque del 4 de noviembre en una oscura calle del suburbio parisino de Chatou.
Algunas cosas son indiscutibles. Hamraoui, de 31 años, fue víctima de un delito grave. Diallo fue interrogada y liberada. No se ha identificado a ninguno de los atacantes. No se ha recuperado ningún arma. Y nadie ha sido acusado de un delito.
Pero al informar sobre las tumultuosas semanas transcurridas desde el ataque, The New York Times también ha sabido que Hamraoui sugirió que otras personas vinculadas al club, entre ellas al menos otras dos compañeras de equipo, podrían haber estado implicadas en su agresión; que, aunque el PSG mantuvo a Diallo y Hamraoui entrenando separadas del equipo, y entre sí, durante semanas, un error de programación dio lugar a una interacción en la que se intercambiaron palabras duras; y que, aunque la policía dejó en libertad a Diallo sin presentar cargos, se ha negado a eximirla de sospechas y retiene sus dos celulares y su computadora portátil.
Mientras tanto, se incrementan los daños colaterales del incidente. Diallo y Hamraoui han visto cómo se ensucian sus nombres y se afectan sus carreras. La armonía del vestuario del PSG se ha roto, lo que dificulta las aspiraciones de uno de los mejores equipos de Europa. Y el matrimonio de un héroe del fútbol francés implicado en el caso se derrumbó; su esposa hizo público un comunicado en el que dice que va a pedir el divorcio después de que, según su abogado, él reconoció que tenía una relación extramatrimonial con Hamraoui.
El Times recopiló información sobre la agresión, y sus consecuencias, entrevistando a casi una docena de personas con conocimiento directo de las protagonistas, el asalto y los días posteriores, incluidos amigos, familiares y socios de las jugadoras; los abogados de las jugadoras; personal del PSG y la policía.
Muchos de los entrevistados trataron de refutar la historia existente de celos y traición, y casi todos aceptaron hablar solo si no eran citados por su nombre, dada la sensibilidad del caso.
Sin embargo, el camino a seguir parece tan complicado como el presente: Hamraoui se reunió de nuevo con la policía la semana pasada, y lo más probable es que Diallo también enfrente nuevos interrogatorios. Las jugadoras se reunirán con sus compañeras en el entrenamiento del martes, pero el caso está en manos de un juez de instrucción, un proceso que podría prolongarse al menos 18 meses. Durante ese tiempo, las autoridades, y las jugadoras, seguirán tratando de desentrañar lo que pasó en ese minuto transcurrido en una calle oscura que cambió la vida de ambas.
Una cena del equipo
Para los asistentes, la cena celebrada durante la primera semana de noviembre en un restaurante de lujo situado en una isla de uno de los mayores parques de París no tenía nada de especial.
Las jugadoras fueron reunidas por su club para compartir el pan, un esfuerzo para mantener la cohesión que las ayudó a comenzar la temporada invictas, y con el fin de prepararlas para los desafíos que les esperan.
Diallo acordó recoger a Hamraoui y a otra jugadora, Sakina Karchaoui, después de que el club pidiera a las jugadoras que compartieran el carro debido al limitado espacio de estacionamiento del restaurante. Las tres deportistas, que vivían cerca la una de la otra en los suburbios del noroeste de París, se habían acercado desde que se incorporaron al club en verano: Hamraoui, procedente del Barcelona, Karchaoui, del Lyon, y Diallo, de una breve cesión en el Atlético de Madrid. Pero Diallo y Hamraoui, compañeras de equipo en su anterior etapa en el PSG y en las concentraciones con la selección nacional de Francia, eran especialmente amigas; incluso habían pasado juntas las vacaciones.
Después de la cena, alrededor de las 10:30 p.m., las tres mujeres volvieron al automóvil de Diallo, un Toyota Corolla proporcionado por el club, para regresar a casa. Hamraoui se sentó en el asiento del copiloto, Diallo introdujo la dirección de Karchaoui en una aplicación de navegación y se pusieron en marcha.
Después de dejar a Karchaoui, y con carros estacionados estrechando la calzada, Diallo aún estaba saliendo tímidamente cuando dos hombres, con los rostros cubiertos por máscaras, salieron de la parte trasera de una furgoneta. Golpearon el capó del carro, exigiendo que parara, y gritaron a Diallo y Hamraoui que “abrieran la puerta”.
Los asaltantes se movieron rápidamente. Uno de ellos abrió la puerta del conductor e inmovilizó a Diallo contra el volante. El otro sacó a Hamraoui del asiento del copiloto.
“El hombre de mi lado me agarró y me sacó del vehículo”, dijo Hamraoui más tarde a la policía, según detalles de sus declaraciones publicados por los medios de comunicación franceses. “Antes de hacerlo, sacó una barra de hierro rectangular que llevaba escondida en los pantalones o debajo del suéter. Me golpeó desde los primeros momentos del ataque para obligarme a salir”.
Hamraoui dijo que se cayó en la calle. “Mi agresor me golpeó con una barra de hierro varias veces”, dijo. “Vi que me apuntaba a las piernas y traté de protegerme con las manos”.
Hamraoui afirmó que recordaba haber oído a uno de los hombres gritar algo sobre un hombre casado. Después, Diallo le dijo a la policía que escuchó una frase completa: “¿Así que así, tocas a hombres casados?”. Diallo también le comentó a los oficiales que había oído insultos de contenido sexual por encima de los gritos agónicos de Hamraoui, mientras llovían los golpes del hombre.
El ataque duró menos de un minuto antes de que los agresores huyeran. Hamraoui, con la sangre manando de una herida en la mano, se desplomó en el coche. Ella y Diallo llamaron inmediatamente a Karchaoui, cuya casa estaba a menos de 100 metros, para contarle lo sucedido y pedirle que se reuniera con ellas en el carro. Luego partieron hacia un servicio de emergencias cercano.
Lo que vino después
Mientras Diallo manejaba, las jugadoras alertaron a su equipo. El jefe de seguridad adjunto del PSG, Frédéric Doué, llegó al hospital con Bernard Mendy, entrenador asistente del equipo femenino. Un amigo de Hamraoui llegó poco después.
Una vez tratadas las heridas de Hamraoui, pero sin identificar a los agresores, los responsables del club dijeron a las mujeres que en ningún caso podían volver a sus casas. En su lugar, el equipo dispuso que pasaran la noche en un Holiday Inn que queda cerca de la base de entrenamiento del equipo, a unos 16 kilómetros al oeste del centro de París.
El hotel les resultaba familiar a las tres mujeres; habían pasado varias semanas allí después de su fichaje por el PSG el verano pasado. Karchaoui y Hamraoui compartieron habitación. Diallo tomó una cercana. El amigo de Hamraoui también pasó la noche ahí.
En el hotel, las mujeres discutieron sobre quién podría haber planeado el ataque. Desde el principio, Hamraoui se mostró firme en que alguien del club estaba implicado, según personas familiarizadas con las conversaciones. Las jugadoras también hablaron de un extraño episodio ocurrido un par de semanas antes, cuando varias de sus compañeras habían recibido llamadas anónimas de un hombre que hablaba mal de Hamraoui. Pero mientras seguían hablando durante la noche, Hamraoui también se refirió a otros posibles sospechosos, y en un momento dado mencionó el nombre del marido de una cuarta compañera del PSG, quien es el agente de otra estrella francesa del equipo.
A la mañana siguiente, tras unas horas de sueño intermitente e inquieto, las mujeres volvieron a repasar los hechos. Mientras hablaban, Hamraoui recibió una llamada telefónica. Era Eric Abidal, un exjugador de la selección francesa al que había conocido en el Barcelona, donde jugó durante tres temporadas cuando él era director técnico del club.
Hamraoui le preguntó a Abidal si su mujer podría haber intentado herirla, antes de decirle que la agredieron. Con el teléfono puesto en altavoz, quienes estaban presentes pudieron escuchar su respuesta: parecía aturdido. Se intercambiaron algunas palabras más y la llamada terminó.
Karchaoui y Diallo no tardaron en marcharse a desayunar a las instalaciones de entrenamiento del club en Bougival, donde practicaron antes de reunirse con directivos del club para hablar sobre los detalles de la agresión. (Hamraoui no las acompañó; fue trasladada para recibir más tratamiento por sus heridas). Más tarde, las jugadoras y varias compañeras de equipo, que recibieron las llamadas anónimas, acudieron a la comisaría para declarar.
El club, preocupado por la agresión contra una de sus futbolistas, asignó a miembros de su personal de seguridad para que vigilaran los domicilios de Diallo, Hamraoui y Karchaoui en los días siguientes, pero la noticia de la agresión se quedó en el club.
Sin embargo, las tensiones internas se incrementaban en el equipo. La delantera de la selección francesa Kadidiatou Diani, enojada porque Hamraoui había mencionado a su marido como posible sospechoso —no ha sido implicado, ni siquiera interrogado por la policía—, se enfrentó a su compañera mientras Hamraoui se ejercitaba en una bicicleta.
El 9 de noviembre, menos de una semana después del ataque, Diallo fue titular en lugar de Hamraoui en un partido de la Liga de Campeones contra el Real Madrid. Karchaoui también jugó. Nada parecía raro, más allá de la ausencia de Hamraoui, que el club atribuyó a “razones personales”. El PSG consiguió una nueva victoria. Todavía no había recibido un gol en toda la temporada.
Esa noche, como hace después de la mayoría de los partidos, Diallo se quedó hasta tarde, la adrenalina de haber jugado la mantuvo despierta hasta cerca de las 3:00 a. m. Apenas había dormido, según sus allegados, cuando unas horas más tarde la despertaron unos golpes en la puerta de su casa. Al abrirla, se encontró con cuatro policías.
36 horas
De manera educada, pero con firmeza, un agente le dijo a Diallo que debía acompañarlos a la comisaría. Otros policías registraron su casa y recogieron objetos, entre ellos al menos dos celulares y una computadora portátil. En la comisaría, Diallo rechazó la oferta de tener un abogado presente durante el interrogatorio.
Desde el momento en que la policía empezó a hacerle preguntas, Diallo se dio cuenta de que Hamraoui la había mencionado como sospechosa. Los oficiales sugirieron que Diallo había tomado una ruta diferente a la que había sugerido en un principio para volver a casa después de la cena. Le preguntaron por qué había conducido tan despacio después de alejarse de la casa de Karchaoui. Y luego le expusieron la teoría, publicada más tarde por un periódico francés cuando todavía estaba detenida, de que la agresión podría haberse originado por su deseo de tomar la posición de Hamraoui, quien es centrocampista en el equipo principal.
Fue esta afirmación la que hizo que la historia se convirtiera en una noticia de alcance mundial, y provocó las comparaciones con el célebre ataque contra la patinadora artística Nancy Kerrigan en 1994.
La policía se concentró en la misma serie de preguntas durante las repetidas rondas de interrogatorios a Diallo, centrándose principalmente en el viaje en carro y en sus acciones durante la agresión. Pero también le preguntaron por su relación con un hombre encarcelado en Lyon por delitos no relacionados, incluida la extorsión. El hombre, a quien llaman Ja Ja, era conocido por varias jugadoras de fútbol, dijo Diallo a la policía, incluida Hamraoui. También estaba siendo interrogado sobre el ataque, según confirmó posteriormente la policía.
Aunque al principio no lo mencionó, Diallo les reveló a sus interrogadores que escuchó cuando uno de los agresores acusó a Hamraoui de haberse acostado con un hombre casado. (Al final de su quinto interrogatorio, la policía supo que el chip del celular de Hamraoui estaba registrado a nombre de Abidal; la jugadora solo les había dicho que estaba vinculado a un exnovio).
Diallo les dijo a sus amigos que, en ese momento, notó que el interrogatorio de la policía se suavizaba. Aun así, le dijeron que tendría que pasar la noche en su celda porque al día siguiente tendría que participar en un “careo” con Hamraoui, una característica de las investigaciones penales francesas en la que se presentan al mismo tiempo las versiones de los hechos a los sospechosos y a los testigos y se les permite responder.
Para hacer más cómoda su estancia, la policía permitió que Diallo, musulmana, pidiera su propia cena a través de una aplicación de entrega de comida. La jugadora eligió un sándwich de pollo halal.
Un futuro turbio
Fue al final de la tarde del día siguiente cuando Diallo se enfrentó finalmente a Hamraoui. Más tarde le dijo a sus amistades y familiares que le resultaba “extraño” escuchar la acusación que se le hacía: que Hamraoui había oído que otras compañeras del equipo decían que Diallo estaba detrás del ataque. Diallo negó la acusación. La reunión duró aproximadamente una hora. Cuando terminó, Diallo pudo marcharse.
Un amigo la estaba esperando en la entrada de la comisaría. Mientras la llevaban a casa, la magnitud de su indeseada celebridad se hizo patente en los cientos de mensajes de texto que había recibido de amigos, familiares y otras personas.
Esa noche contrató a un abogado, Mourad Battikh, para que la representara. Al día siguiente, el director general del PSG, Ulrich Ramé, acompañado de un médico, se reunió con Diallo en su casa. Le pidieron que pasara tiempo con su familia, para recuperarse. La deportista insistió en que estaba lista para volver a entrenar, que lo único que quería era volver a jugar. El equipo no tardó en dejar claro que eso no sería posible en un principio.
Debido a una pausa en el calendario del PSG, Diallo decidió viajar a Grenoble para visitar a su familia, varios de sus parientes se enteraron del ataque, y de su detención, a través de los medios de comunicación.
Un primo, Abou Dieng, declaró al Times que lo único que Diallo quería era volver al campo con el PSG, el equipo con el que siempre había soñado. “Ni siquiera hablamos de Hamraoui”, dijo. “Solo hablamos de fútbol y de regresar al campo de entrenamiento”.
Tras regresar a París, Diallo entrenó sola. También lo hizo Hamraoui, y el club programó sus entrenamientos en horarios diferentes y se esforzó por asegurarse de que nunca estuvieran en las instalaciones de entrenamiento al mismo tiempo (no siempre con éxito). Su purgatorio empezó a terminar el lunes, cuando entrenaron juntas por primera vez desde el atentado tras la intervención del sindicato de jugadores de Francia. Iban a reunirse con sus compañeras el martes, pero un funcionario del club dijo que ninguna iría a un viaje a Ucrania a mediados de semana para disputar un partido de la Liga de Campeones.
Ni Diallo ni Hamraoui han dicho nada públicamente sobre el ataque o sus consecuencias. No obstante, unos días después de la liberación de Diallo, Battikh apareció en la televisión francesa y calificó la detención de su clienta como “difamatoria, escandalosa e incoherente”. Unas horas más tarde, el abogado de Hamraoui, Said Harir, salió a la palestra blandiendo imágenes que mostraban con detalle las lesiones que había sufrido su clienta.
El PSG, que se negó a hacer comentarios para este artículo, no ha dicho nada en medio de los giros de la trama del caso, que ahora parece incluir el fin del matrimonio de Abidal. Un abogado que representa a su esposa, Hayet, dijo que había solicitado el divorcio, y publicó un comunicado el 18 de noviembre en el que Hayet Abidal afirmaba que su marido había admitido una relación extramatrimonial con Hamraoui. Luego, Eric Abidal le pidió perdón a su esposa mediante una publicación en Instagram.
Hayet Abidal ha negado toda implicación en el atentado. Pero Maryvonne Caillebotte, la primera fiscala responsable del caso, dijo a Le Monde el mes pasado que Abidal “sería escuchado pronto” y no excluyó la posibilidad de que su esposa también fuera interrogada.
Battikh, el abogado de Diallo, sigue furioso por el trato que recibió su defendida por parte de la policía. “Cuando se trata de Aminata hacen gala de fuerza y la ponen en detención”, dijo Battikh. “Cuando se trata de Eric Abidal —alguien fuerte, famoso, popular— se toman su tiempo, van despacio, se aseguran de no cometer un error”.
El equipo femenino del PSG sigue convulsionado por la crisis. Su primer partido tras conocerse la noticia fue una goliza de 6-1 ante su principal rival por el título, el Lyon, que perjudicó sus esperanzas de conservar el campeonato francés. Desde entonces, algunas de las compañeras de Hamraoui han pedido apartar sus casilleros del de ella en el vestuario. Otras han dicho a la dirección del club que les resultará difícil volver a jugar con ella. Varias de las mejores jugadoras del club solo quieren seguir adelante.
Mientras tanto, los agresores siguen en libertad, y nadie puede decir cuál será el destino del caso. Una agresión premeditada como la infligida a Hamraoui conlleva una pena de cinco años de prisión, según una portavoz de la policía de Versalles.
Según su abogado, Diallo quiere que se haga justicia. Está convencida de su inocencia y quiere continuar su carrera en el PSG, donde solo le quedan seis meses de contrato. “Su reputación fue afectada por todos los periódicos del mundo”, dijo Battikh, su abogado.
Hamraoui también quiere que se haga justicia y sigue creyendo que la verdad se encontrará dentro de su equipo de fútbol. Así lo manifestó en su última entrevista con la policía, el 29 de noviembre; los investigadores, según una persona familiarizada con su comparecencia, volvieron a preguntarle por las acciones de Diallo en el viaje de vuelta a casa, y por la ruta que siguió.
En su oficina, situada en un lujoso barrio cercano a los Campos Elíseos, el abogado de Hamraoui, Harir, dijo que hay que seguir centrándose en averiguar quién está detrás del ataque. “Esperamos que acusen rápidamente a los culpables”, dijo.
“Lo que ella quiere”, añadió sobre Hamraoui, “es que se respete su vida privada, que se respete su condición de víctima”.
Romain Molina colaboró con la reportería.
Tariq Panja cubre algunos de los rincones más oscuros de la industria deportiva mundial. También es coautor de Football’s Secret Trade, una denuncia sobre la multimillonaria industria del comercio de jugadores de fútbol. @tariqpanja